al alcance de nuestras manos

Zinaida Serebriakova, Peasant Woman 1916

Viví en una casa que tenía una biblioteca gigante en el segundo piso, al menos yo la recuerdo así. Me tenía que trepar para alcanzar los libros de la enciclopedia de los niños, los noventeros como yo seguro la recuerdan. Uno de mis libros preferidos era el que estaba dedicado a los animales y por mucho tiempo me obsesioné con el capítulo de los animales en peligro de extinción y los que ya se habían extinguido.

El sentimiento de malestar y tristeza que recuerdo sentir desde que era niña ante esa realidad me sigue acompañando cada vez que leo o veo algo sobre el tema. Me podrán decir masoquista pero a pesar del dolor que me da ver la destrucción de la que somos capaces los humanos, me veo cuanto documental existe al respecto. El último de ellos, fue Antes de que sea tarde, el documental protagonizado por Leonardo Dicaprio, que por cierto los invito a que se lo vean.

De ese documental y otro par que me he visto este año, me queda la siguiente reflexión: Si los países dirigieran sus políticas a retribuir con beneficios fiscales a las personas que en su vida diaria toman decisiones que contribuyen al medio ambiente y por el contrario implementaran el impuesto a las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, el cambio en nuestro estilo de vida se daría más rápidamente por el simple hecho de que a ningún ser humano viviendo en un país capitalista le gusta que le toquen el bolsillo. Pero la realidad es que los poderes económicos tienen cooptado el poder político, hasta el punto que el presidente de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, niega la existencia del cambio climático. Nos podríamos quedar años esperando a que los gobiernos hagan cambios en sus políticas, por eso si bien hay que hacer activismo presionándolos para que orienten sus políticas al mejoramiento del medio ambiente y votando por candidatos con propuestas claras al respecto, nosotros mismos podemos empezar a hacer la diferencia con algo muy simple, y es cambiar nuestra propia dieta.

El 80% de la agricultura animal es responsable del 51% del cambio climático ocasionado por los humanos. La agricultura animal usa el 30% del consumo mundial de agua, ocupa el 45% de la tierra del mundo, es responsable por el 91% de la destrucción del Amazonas. Hasta hoy ha ocasionado 95 mil millas cuadradas de zonas oceánica muertas, donde no existe rastro de vida marina  a causa del excremento que generan los animales criados para consumo humano. La agricultura animal es la principal causa de destrucción de hábitat y la extinción de animales. En Estados Unidos se requieren 2,500 galones de agua para producir una libra de carne de res, el equivalente a darse duchas de 5 minutos todos los días durante dos meses. Al respecto dice el investigador ambiental Richard Oppenlander, autor del libro Comfortably Unaware 

“Suponiendo que a partir de hoy dejáramos de utilizar por completo todos los combustibles fósiles, de todas formas para el año 2030 excederíamos la emisión de gases efecto invernadero simplemente por el hecho de seguir criando y comiendo ganado”.

No, no, nooo, cambiar la carne de res, cerdo y pollo para comer sólo pescado tampoco es la solución. La sobre explotación del mar es también un problema ambiental grave y si no hacemos algo al respecto las predicciones de los científicos indican que para el 2048 no vamos a tener vida marina en nuestros mares. Durante el 2015 se sacaron 20 billones de animales del océano. Por cada libra de pescado que comemos se atrapan 5 libras de especies marinas consideradas pesca colateral, es decir especies como ballenas, delfines, tiburones, tortugas, entre otros animales marinos, que no se querían pescar, pero que por el tamaño de las redes de pesca, terminan muriendo también.

El aceite de palma es el aceite de origen vegetal que es más barato de producir y es muy utilizado en aceites para cocinar, comidas procesadas, cosméticos y detergentes. Las plantaciones de la planta que produce este aceite son otra de las principales causas de deforestación en el mundo. Se queman bosques para poder limpiar esos territorios y convertirlos en plantaciones de palma de aceite. La selva tropical es junto con los océanos uno de los ecosistemas que nos ayudan a re-estabilizar el clima, absorbiendo el C02 de la atmósfera en sus troncos y hojas. Esas emisiones de carbono se mantienen en el árbol hasta que los quemamos y se arma una bomba de CO2 que se libera al medio ambiente. Debido a las plantaciones de palma de aceite, Indonesia ha perdido el 80% de su selva y aunque no conozco las cifras de Colombia, sé que esas mismas plantaciones han desplazado personas de sus tierras y deforestado grandes extensiones de tierra también.

Una mejor idea es reemplazar la proteína animal por la proteína de origen vegetal. Mientras que una persona vegana necesita una tercera parte de una hectárea al año para alimentarse y una persona vegetariana necesita el equivalente a una hectárea, un carnívoro necesita en promedio 18 hectáreas. Eso significa 18 veces más tierra y recursos que un vegetariano y 44 veces más tierra que una persona vegana. ¿Qué tal si dejáramos a los animales por fuera de nuestro plato y empezáramos a comer más proteína vegetal? Ok, entiendo que no es fácil dejar del todo algo que hasta ahora ha hecho parte de nuestra dieta diaria, pero ¿qué tal si al menos empezáramos a comer la mitad de la cantidad de carne que comemos normalmente? o mejor aún ¿si la dejáramos solo para ocasiones especiales?  

En el mundo hay hambre no por falta de comida. ¿Sabías que el 50% del grano y las legumbres que se cosechan en el mundo son en realidad para el consumo de la agricultura animal? Podríamos alimentar a todos los seres humanos del mundo con una dieta adecuada si simplemente alimentáramos a estas personas con la comida que se comen los animales que están siendo criados para posterior consumo humano de personas generalmente de clase media y alta.

Vivimos en un sistema que muchas veces no depende de nosotros cambiar, pero siempre podemos hacer algo. Cambiar nuestra dieta es la mejor forma de contribuir al planeta y está al alcance de nuestras manos. Podemos empezar ahora. Soy una optimista irremediable y aunque tengo días grises, siempre vuelvo y me recuerdo que mi optimismo no es una postura ingenua sino una resistencia consciente a la inercia establecida por industrias, gobiernos y hábitos humanos que están acabando con nuestro planeta. Recuerdo que ya en la historia se han dado cambios que en algún momento parecieron impensables y que el primer paso fue creer que ese cambio era posible.

Laura Restrepo

 

Nota: Todas las cifras fueron sacadas del documental 

Antes de que sea tarde

https://www.youtube.com/watch?v=QfoEkFnGjmA

Cowspiracy

https://www.youtube.com/watch?v=_wwNnCjIfmU

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