aúlla tu verdad
Sembrar tu luna bajo un árbol de maple y presenciar el magnetismo de la luna de Wesak es, en esta noche coreana, una hermosa bendición.
Lo que hoy te comparto no me lo inventé yo, no es de mi autoría. Es el resultado de la voz colectiva, de los aullidos de muchas, de la sabiduría universal que siempre encuentra la manera de manifestarse.
En esta noche coreana la luna vibra entre roja y dorada y yo, en medio de las flores de primavera, de los pinos y árboles de maple, entrego a Gea mi sangre. Esa sangre derramada sin violencia. Esa sangre que es el agua de la tierra.
Hoy creo en la sagrada tarea de ser mujer, en la bendición de recibir la luna roja cada mes y de al fin no sentir vergüenza o frustración por ello. Con mi luna me purifico, me limpio, me renuevo y me preparo para los más elevados propósitos del alma y del espíritu.
Esta sangre roja como la luna que me mira es natural. Una sagrada conexión con los ciclos y los ritmos de la tierra. Cuando la devuelvo a la naturaleza, cierro un ciclo y agradezco y presencio la fuerza, la magia y lo sagrado de la vida fluyendo a través de mí.
Mientras elevo un cantito a la Pachamama, a Gaia, a mi siempre madre María, pienso en las creencias y pensamientos que habitan esa cueva interna que es mi útero. Sano mi linaje y agradezco el hecho de ser mujer. Esas energías de la madre, la abuela y la bisabuela que llevamos dentro. Recupero el poder creativo y libero el miedo a ser fiel a Dios, al Sat Nam, a crear en esta vida y a vivir en el amor.
Así, ofrendo mi sangre, reconozco mi linaje, me conecto con la naturaleza, me transformo en mujer medicina, en chamana y nutro la tierra con esta sabia universal que contiene memoria de todo.
En esta noche mágica me cargo de la naturaleza del lugar que ha sobrevivido al invierno y es poesía hecha flores y verdor. Siento mi menstruación como uno de los momentos más poderosos física y espiritualmente y habito la armonía en mí. Honro mi esencia de hembra de manera contundente y divina.
Entono unas palabras que alguna vez descubrí y que hoy no sé de dónde provienen y dicen así:
Entrego esta sangre de vida a todas mis relaciones
y abro mi matriz a la luz
Abro, abro, abro, abro
Abro un camino de luz y amor
a las futuras generaciones
que vendrán después de mí
Hoy me nutro, me abro, irradio amor y también elevo un rezo por las mujeres que fuimos abusadas en todos los tiempos.
Este es mi ritual. Recuérdalo: Un ritual por pequeño y sencillo que sea, es un acto de amor, una celebración que honra la vida, promueve las relaciones y el respeto por el misterio que hace girar los ciclos de la naturaleza. Crea tu ritual, sé eco de estas palabras que son las palabras de muchas mujeres y si la siguiente plegaria iroquesa que te voy a compartir resuena en ti, consérvala y hazla tuya.
Gran espíritu que estás en el viento, ¡escúchame!
Déjame contemplar la belleza del alba y de los ocasos rojos.
Haz que mis manos maten solamente lo necesario para vivir.
Haz que yo no sea superior a mis hermanos
y que sepa, si la ocasión se presenta,
combatir con valor, incluso contra mí mismo
Para que cuando el sol de ponga,
pueda cabalgar hacia ti,
por las grandes praderas,
sin vergüenza.
Bendiciones
Jagat Kaur
Songdo, Corea del Sur