cómo sacarte la vergüenza de tu cuerpo

Nos dejamos llenar el cuerpo de vergüenza. Está arrinconada en cada parte del mismo. En sus tejidos, en su grasa, en sus huesos, en sus líquidos, en su forma.

Vergüenza si las uñas de tu piel tienen su color natural. Mejor pintarlas.

Vergüenza si tus piernas tienen vellos y se exhiben!

Vergüenza si sientes placer, también si lo finges.

Vergüenza por los vellos de tu vagina que ya no parece la de una niña impúber.

Vergüenza de tu sangre que mejor se ve azul en los comerciales televisivos para no ofender.

Vergüenza de tu vientre lleno de calor, vida y sensualidad. Un vientre curveado y palpitante.

Vergüenza si vas al baño ajeno y te demoras más de la cuenta. Tal vez se note que estás cagando y cuida con dejar algún olorcito que te delate. Así que avergüénzate te tener un excelente sistema digestivo!


Vergüenza si comes con placer, vergüenza si no lo haces.


Vergüenza si tus pechos son tan grandes que con todo lo que vistes te ves “provocativa”


Vergüenza si son tan pequeños que no cumplen con las expectativas de lo que es ser mujer.


Vergüenza si los vellos de tus brazos sobresalen demasiado, si hablas duro o si no se te escucha cuando hablas.

Vergüenza si opinas demasiado o si no lo haces.

Vergüenza si tu cara tiene un granito, si tus dientes no son de esta u otra manera, si no tienen el color blanco de las presentadoras de las noticias.

Vergüenza si las pestañas no se notan, si hay ojeras bajo tus ojos, si eres muy alta o muy baja, de huesos grandes y firmes o pequeños y delicados.


… y así la lista continúa. Se nos metió la vergüenza hasta la matriz que está rígida y olvidada.


Luego nos vendieron la supuesta solución para la vergüenza que nos impusieron. Una solución que viene desde afuera y que nunca termina.


Esmalte lleno de tóxico para muestras uñas. Cera, cuchillas y otros recursos dolorosos para ser lampiñas como niñas que nunca crecen. Tampones llenos de tóxicos para no ver nuestra sangre, y tantos otros métodos para sentir que no menstruamos. Fajas, dietas y cientos de rutinas para tener un abdomen duro, rígido, casi inerte. Rajarnos el cuerpo para invadirlo con silicona. Químicos para cambiar el color del cabello, maquillaje para ponernos una máscara que oculte quien somos… Se nos hizo cultura esto, costumbre, obligación, deleite, esclavitud, imposición, norma. 




La lista tampoco termina. Hay que comprar, hay que cambiar, hay que negar el paso del tiempo, hay que aparentar, hay que fingir, hay que ocultar, hay que engañar (nos), hay que silenciar…

Entonces a la virgen María (que tanto amo) nunca nos la presentaron pariendo, con leche en sus pechos, con sangre de vida entre sus piernas, con el placer en su rostro por dar a luz. Tampoco nos dejaron un referente de mujer que disfruta con el placer de la sexualidad sagrada. Con la magia creativa y sanadora del orgasmo.

Luego nos colonizaron el útero y la vulva. Las ramas del útero le pertenecieron al señor Falopio que se nos instaló en nuestro cáliz sagrado. Don Bartholin y Don Skene, decidieron instalarse a la entrada de nuestra vagina adjudicándose ser los primeros en hablar de las glándulas que tenemos allí y que aún son tan desconocidas para muchas. Glándulas que podríamos imaginar como las aguas del clítoris, que no sólo se limitan a lubricarnos sino también a atraer a nuestro amado y a ser lagunas de reposo y nutrición para los espermatozoides. 



Sí. Llenas de vergüenza y de títulos y apellidos de hombres conquistando nuestro sagrado grial, nuestro cuenco de creación y placer. De vida y amor. 



Yo me cansé. Entre más me daba cuenta de lo invadida de vergüenza que estaba, más quería despojarme de ella.


No sabía por dónde comenzar ni cómo hacerlo. Algunas veces veía un rayo de sabiduría pero me sentía violentada y atemorizada si ponía por práctica dicha realización.


El proceso para ser una desvergonzada es personal, depende de cada una y tiene su ritmo, su cadencia propios de cada mujer. Yo te escribo para inspirarte pero sólo tú sabrás cómo y por dónde comenzar.


Tal vez te preguntes para qué esforzarte en sacarte esa vergüenza. Quizá sea más fácil encajar en lo que se considera bello y bueno según el lugar en el que vivas. Quiero decirte algo. Vivir eternamente con esa vergüenza nos hace infelices. Siempre que te mires al espejo buscarás el error. Siempre que veas otra mujer bella te compararás, siempre que resulte un nuevo producto prometiéndote la felicidad querrás comprarlo porque de eso va esta vergüenza instalada. Un túnel sin fin, un entrar en guerra con tu propio ser, un ser la eterna inconformista, un sostener financieramente la industria que se aprovecha de tus miedos e inseguridades para venderte toda la vida sus promesas rotas y hacerte creer que son decisión tuya y no imposición externa.




Así que hoy te invito a que abras el diálogo contigo misma. A que escuches la manera en que le hablas a tu cuerpo, a tus órganos. Los mantras que te definen y esclavizan. 




Mírate al espejo desnuda. Si odias tus piernas háblales con amor. Agradéceles el que puedes desplazarte a voluntad, ponerte de pie, moverte. Sigue adelante. Tal vez también tengas que agradecerle a tu pancita. Allí está tu útero, tu estómago, tus intestinos. Allí hay amor y movimiento. Fuego, transformación y vida. Hay latido y memoria. Ella espera por tu amor. Por tu dulzura. Recuérdale que la quieres, pídele disculpas por tantos años de atormentarla escondiéndola, ignorándola, confinándola a una mala nutrición o a la rigidez que trae la ausencia del placer.


Entonces poco a poco habrá más descanso en tu postura, en tus formas. Habrá un deseo intrínseco de comenzar a actuar en beneficio de tu ser y de manera amorosa. Si crees que te has alimentado mal querrás hacerlo con mejor consciencia e información. Si crees que has ignorado por años tus pechos tal vez quieras ponerte aceite de cacao en ellos y regalarles un masaje de amor. Poco a poco encontrarás la manera de llevar a la acción por medio de gestos sencillos y concretos un acto de amor, una declaración de paz hacia tu ser. Por fuera y por dentro.

Tal vez quieras volver a practicar yoga. A nadar, a bailar, moverte un poco más. Tomar más agua y menos gaseosa. Respirar más para honrar tus pulmones y renunciar al humo del tabaco… Tal vez comience una nueva historia para ti. Una historia donde tu cuerpo no era tu enemigo, tu foco de control, inseguridad y lamento sino un templo sagrado. El lugar en el que se manifiesta la creatividad, la vida, la pulsión, el descanso, la dicha y el amor. 




Ser una desvergonzada. Ser una rebelde que por fin puede permitirse disfrutar del agua en un día caluroso sin pensar si el vestido de baño le sienta bien o no. Ser esa madre que por fin se anima a alimentar a su bebé en público sin sentir vergüenza de sus pechos cargados de leche y alimento. Del placer que le produce darle el pecho a su bebé.


Ser esa mujer que atrae amor y admiración por la energía que la habita y no por la cantidad de químicos que pone sobre y en su cuerpo. 




Sabes que generalizo y que siempre habrá una excepción a la regla. Si algo de lo que aquí comparto te molesta ignóralo. Permite que el mensaje de amor hacia ti misma llegue directo a tu corazón. Te prometo que sentirse feliz en nuestro cuerpo (y el proceso viene desde dentro) es de las cosas más bellas que nos pueden pasar. Llega el amor para compartir porque ya lo tenemos hacia nosotras. Llega una vida más saludable, armónica y placentera. Llega el deseo de atenderte, cuidarte y amarte sin culpabilidad. Llega la realización de que todas somos hermosas y de que lo único que necesitamos es honrar el milagro de la vida en nuestro ser. 




Que nos habite el amor y no la vergüenza es mi rezo hoy. 




Te quiero mucho


Jagat Kaur

Costa Rica 2020

* Gracias a Amanda Richardson por la hermosa fotografía durante nuestro retiro de mujeres: Mama Ocean!


Si eres curiosa


Con el deseo de compartir todos estos años de práctica y de hacerlo más allá de las limitaciones del tiempo y el espacio, he creado Mujer Kundalini.

Mujer Kundalini, es una experiencia profunda con nosotras mismas. Una oportunidad para encontrarnos con nuestro verdadero ser, a través de estudios teórico prácticos de kundalini yoga y demás aprendizajes que han acompañado mi camino espiritual.

Es una inmersión online para mujeres que quieran realizar un viaje al interior. Para recordar que somos la tierra, el universo que nos conforma. Para estar en paz con nuestro cuerpo, mente y alma. Un espacio sagrado para la sanación.  

Es mi ofrenda para ti. Resultado de años de una práctica de yoga hecha con amor, humildad y devoción.

Si crees que este llamado es para ti, déjame tus datos en el siguiente link y en el mensaje escribe Mujer Kundalini.

Recibirás toda la información para que puedas unirte a este tejido de amor!



Te quiero mucho
Jagat Kaur




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